domingo, 25 de diciembre de 2016

¡Feliz Navidad!

Navidad: Luz que rompe nuestras Tinieblas...

«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). Las palabras del apóstol Pablo manifiestan el misterio de esta noche santa: ha aparecido la gracia de Dios, su regalo gratuito; en el Niño que se nos ha dado se hace concreto el amor de Dios para con nosotros.

Es una noche de gloria, esa gloria proclamada por los ángeles en Belén y también por nosotros hoy en todo el mundo. 

Es una noche de alegría, porque desde hoy y para siempre Dios, el Eterno, el Infinito, es Dios con nosotros: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; es cercano, se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya.

Es una noche de luz: esa luz que, según la profecía de Isaías (cf. 9,1), iluminará a quien camina en tierras de tiniebla, ha aparecido y ha envuelto a los pastores de Belén (cf. Lc 2,9).

Los pastores descubren sencillamente que «un niño nos ha nacido» (Is 9,5) y comprenden que toda esta gloria, toda esta alegría, toda esta luz se concentra en un único punto, en ese signo que el ángel les ha indicado: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12).

Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús. No sólo entonces, sino también hoy. 

Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios.

Con este signo, el Evangelio nos revela una paradoja: habla del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende.

Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. 

El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. 

Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido de la vida.

Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.

Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas. 

El misterio de la Navidad, que es luz y alegría, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza. 

Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, «porque no tenían [para ellos] sitio en la posada» (v. 7): Jesús nace rechazado por algunos y en la indiferencia de la mayoría.

También hoy puede darse la misma indiferencia, cuando Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado.

Pero la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece. Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más. 

Nace en Belén, que significa «casa del pan». Parece que nos quiere decir que nace como pan para nosotros; viene a la vida para darnos su vida; viene a nuestro mundo para traernos su amor. No viene a devorar y a mandar, sino a nutrir y servir.

De este modo hay una línea directa que une el pesebre y la cruz, donde Jesús será pan partido: es la línea directa del amor que se da y nos salva, que da luz a nuestra vida, paz a nuestros corazones.

Lo entendieron, en esa noche, los pastores, que estaban entre los marginados de entonces. Pero ninguno está marginado a los ojos de Dios y fueron justamente ellos los invitados a la Navidad. Quien estaba seguro de sí mismo, autosuficiente se quedó en casa entre sus cosas; los pastores en cambio «fueron corriendo de prisa» (cf. Lc 2,16).

También nosotros dejémonos interpelar y convocar en esta noche por Jesús, vayamos a él con confianza, desde aquello en lo que nos sentimos marginados, desde nuestros límites. Dejémonos tocar por la ternura que salva. Acerquémonos a Dios que se hace cercano, detengámonos a mirar el belén, imaginemos el nacimiento de Jesús: la luz y la paz, la pobreza absoluta y el rechazo.

Entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevemos a Jesús lo que somos, nuestras marginaciones, nuestras heridas no curadas. 

Así, en Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de Navidad: la belleza de ser amados por Dios. 

Con María y José quedémonos ante el pesebre, ante Jesús que nace como pan para mi vida. 

Contemplando su amor humilde e infinito, digámosle gracias: gracias, porque has hecho todo esto por mí.

Papa Francisco
Mensaje de Navidad 2016

Pesebre al aire libre en el Santuario de Monserrate en Bogotá
Fotografía: Patricia Romero Sánchez. Diciembre. 2016.


Navidad es la CULTURA DEL AMOR.
Navidad es VIDA.
Navidad es DAR y al SERVIR.
Navidad es GRATITUD.
Navidad es LUZ, COLOR y ALEGRÍA

sábado, 17 de diciembre de 2016

Conversatorio 25 años de la Conciliación Extrajudicial en Derecho en Colombia

CONVERSATORIO 25 AÑOS DE LA CONCILIACIÓN
Extrajudicial en Derecho
Centro de Conciliación CREARC
Educación Continuada
17 de diciembre de 2016
SÍNTESIS
 ASPECTOS  JURÍDICOS Y PSICOSOCIALES DE LA
 CONCILIACIÓN
UN ACERCAMIENTO A LA NEGOCIACIÓN
Conversatorio 25 Años de La... by on Scribd

lunes, 14 de noviembre de 2016

Que significa el saludo: ¡Paz y Bien!

San Francisco y santa Clara de Asís saludaban a la gente de su época con la expresión "Pace e Bene!" o "¡Paz y Bien!". 

Esta pequeña frase expresa mucho: 
que disfrutes de buena salud, 
que estés tranquilo y feliz, 
que no pases necesidades, 
que se respete tu dignidad, 
que tu bondad interior florezca, 
que el mundo en que vivimos conozca esta paz profunda. 
Era una bendición, una esperanza y una manera de reconocer la santidad de aquéllos con quienes se encontraban.

El buen samaritano o saber ayudar...


La Ley de Ayuda explicada por Diana Cadena Muñoz en Ángeles y Mándalas

1. Ayudar a quien nos PIDE AYUDA.

2. Querer AYUDAR desde el fondo de nuestro corazón.

3. Mostrarle el camino a la persona, pero no solucionar por ella su problema; hay que ofrecer herramientas para que construya su propia solución, de lo contrario terminaríamos cargando con sus dificultades.

4. Respetar la decisión de la persona de poner en práctica o no nuestro consejo

La ayuda del buen samaritano se traduce en:

·       Curar
 ·       Transportar
 ·       Albergar  

Delega el cuidado del otro, el samaritano no se queda con el moribundo toda la vida, no genera dependencias, codependencias, ni lazos insanos.

Existen ayudas insanas: te ayudo para que me ames, en lugar de te ayudo porque te amo y eres libre de seguir tu camino, tu misión y tu don. El buen samaritano ayuda, suelta y deja ir.

El samaritano comparte la tarea de prestar ayuda con otras personas, promueve la solidaridad. 

La acción solidaria alcanza su finalidad cuando logramos hacer realidad un “auténtico servicio”

El samaritano ve, se conmueve y actúa.

El prójimo es cualquier persona necesitada que encontremos en el camino de la vida.

El arte del acompañamiento: prudencia, comprensión, esperar, docilidad al Espíritu.

El arte de escuchar y comunicarnos con el otro: es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual.

El Papa Francisco nos enseña que la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, es lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos.

¿Cuál es el prójimo preguntó Jesús? El que tuvo piedad.

El buen samaritano actúa con humanidad.

El buen samaritano ayuda a la persona que es molida a palos, que está herida y medio muerta.

El buen samaritano es próximo: mira, se conmueve y actúa con misericordia.

El buen samaritano no deja a medias su acto solidario, él sirve de manera auténtica.

La solidaridad además de ser individual también es colectiva y social.

La proximidad es importante, ser prójimo de cualquier persona en el camino de la vida.

El buen samaritano llega hasta el final, no basta con esforzarnos,
debemos garantizar que nuestra colaboración sea efectiva.

El buen samaritano no tiene aversión hacia sus hermanos.

El buen samaritano apoya siempre para bien, nunca para hacer el mal.

El buen samaritano ama con misericordia y ternura infinitas.

jueves, 6 de octubre de 2016

Taller Mándala Gaia Natura

 «El arte es armonía. 
La armonía es la analogía de los contrarios, 
y de similares elementos del tono, del color, y de la línea, 
considerados a través su dominancia 
y bajo la influencia de la luz 
en combinaciones alegres, serenas o tristes» 
George – Pierre Seurat

La Naturaleza es armonía divina,
sinfonía maravillosa que invita a la creación entera
a que acompañe su evolución y progreso.
En todo el recorrido de tu vida,
sé instrumento adecuado que capte 
las vibraciones de paz y equilibrio de la naturaleza,
y tu salud encontrará los ajustes necesarios 
para su propio desarrollo.
Vive en el respeto de las leyes naturales, 
y con el espíritu orientado a Dios.
C. Torres Pastorino
Minuto de Sabiduría

Eres Maestro de lo que haz vivido.
Artesano de lo que estás viviendo y
Aprendiz de lo que vivirás.
Richard Bach

La fuente infinita de la creatividad se hizo presente y nos regaló
el día de hoy un bellísimo Mándala sobre la Madre Tierra y la Naturaleza

Avanzando por este maravilloso proceso creativo, de meditación y relajación

Poco a poco se iba revelando el mensaje de este hermoso Mándala

Avanzando y terminando el Mándala Gaia Natura

Mandala Gaia Natura
elaborado por Paola, Carlota y Patricia

El tema ecológico, cultural  y espiritual se hizo presente 
en este tierno y femenino Mándala:
los cuatro elementos: tierra, agua, viento y fuego,
el cielo, el mar y el atardecer, flores, arco iris ondulado, 
elefantita hindú con flores y corazones evocando la festividad del Happy Holi, 
mariposa amarilla en homenaje a Gabo y sus Cien años de Soledad, 
flor de estilo mudéjar, dulce fragmentado de chocolate, rosa y curuba 
y un girasol gigante multicolor
El Mándala Gaia Natura es rico en simbología:
Arco iris: grandeza  y gloria:
diversidad, inclusión, esperanza y anhelo,
símbolo del movimiento pacifista
Elefante: nos recuerda el cuidado por nuestro planeta
y los animales.
Corazones: amor
Mariposa: Transformación
Flores: admiración
Mar: infinito e inconsciente
Cielo: Trascendencia y reinos celestiales
Girasol: fe inquebrantable, buena suerte, riqueza y felicidad
Mándala: círculo, unidad, absoluto, perfección y protección
El Mándala Gaia Natura transmite:
Libertad, fluidez, creatividad, conexión,  belleza, alegría,
Vida, Creación y Naturaleza

martes, 4 de octubre de 2016

Taller Mándala: Mujer, arte y paz

En memoria de un ser de luz, talentoso, mágico, 
amoroso, humilde y agradecido: 
Alberto Aguilera Valadez

Mantén el equilibrio.
El equilibrio depende de la serenidad de la mente.
Jamás te aburras ni te exaltes.
No les des importancia a las cosas pasajeras que vienen de fuera.
No te impresiones por lo que dicen los demás.
Sigue la orientación que te marca la conciencia, sin perder el equilibrio.
Camina hacia adelante, alegre y seguro de que vas a triunfar,
por grandes que sean las dificultades del camino.
C. Torres Pastorino
Minuto de Sabiduría

El alma se limpia con el perdón,
se hidrata con la oración,
se nutre con la palabra,
se protege con la fe
y se tonifica con el amor.
Anónimo







Arte y Paz: Taller Mandala Circus

En memoria de mi amado padre
 Carlos Alberto Romero Lozano

Se llama CALMA...
y me costó muchas TORMENTAS obtenerla
Anónimo

Calma las aguas de tu mente,
y el Universo y las estrellas,
se verán reflejadas en tu alma.
Rumi

Soltar viejas creencias
Cambiar la energía
Salir de los límites imaginarios
Experimentar nuevas frecuencias
Usar el corazón
Liberar al niño interior
Creer para crear
Descubrir otros mundos
Elevar el espíritu
Sanar el alma










La emoción de la alegría puede ser alcanzada 
por la dominación de tonalidades luminosas,
por el predominio de colores cálidos,
y por el uso de las líneas dirigidas hacia arriba.
La calma se alcanza a través de un
uso equilibrado de la luz y la oscuridad,
por el balance entre colores fríos y cálidos,
y por líneas horizontales.
La tristeza se alcanza utilizando 

colores oscuros y fríos y líneas que señalan hacia abajo.
Resumen de Wikipedia sobre las teorías
de arte y el color de Seurat

lunes, 26 de septiembre de 2016

Cuando mi corazón está en paz... El mundo está en paz...

Vivir en armonía con el Universo,
es vivir lleno de alegría, amor y abundancia.
Shakti Gawain

No hay que apagar la luz del otro,
para lograr que brille la nuestra.
Mahatma Gandhi



















Recomendado: Misericordia

El perdón

Transcripción del capítulo sobre el perdón del libro 
la FUERZA DE CREER de Wayne Dyer:

"Me dispuse a escribir, a hablar en público, a grabar cintas y a darme a conocer a través de los medios de comunicación.

Aparecía regularmente en la televisión nacional y hablaba delante de numerosas audiencias, ganando a la vez mucho más dinero del que nunca hubiera imaginado. 

Y llegó un día en el que recibí algo por correo que iba a poner a prueba mi recién estrenado éxtasis. 

Era una carta certificada que me notificaba que me habían demandado. Aunque yo sabía que ello no significaba nada, por unos momentos me quedé asombrado. Jamás en mi vida nadie me había amenazado con nada parecido, y por otra parte pensaba que no conocía a ningún abogado.

Tras gastarme miles de dólares y pasar dos años enzarzado en batallas de carácter legal, llegué a la conclusión de que había vuelto a las andadas, a mis viejas ideas y deseo de venganza.

La rabia que sentía me estaba destrozando. 

No comía lo suficiente. Perdí mucho peso. Me encontraba fatal y la ira seguía apoderándose de mí. 

Me sentía como una víctima. 

Me hacía constantemente la misma pregunta: "¿Por qué me está sucediendo todo esto? ¿Por qué no desaparece de mi vista?".

Una tarde, tras haber contado en una charla la historia del perdón que concedí a mi padre, se me encendió una pequeña luz en la cabeza. 

Comprendí que la clave se hallaba en el perdón y no en el odio o la rabia. En ese momento ya no me preocupaba la demanda en lo más mínimo. 

Esa noche dormí mejor que nunca.

Pensé en las personas que me habían demandado y les envié a todas el perdón. 

A la mañana siguiente completé mi acto de perdón. 

Me negué a seguir participando en ese absurdo proceso.

Pensé en todos los problemas que ello me acarrearía y en las personas a las que afectaría. 

Abrí las puertas de mi corazón de par en par y detuve todos esos pensamientos negativos que fluían por mi cerebro. 

Esa misma mañana les envié un ramo de flores y una serie de libros para que los leyeran. 

Notifiqué a mi abogado que iba a hacerme cargo de todos los costes judiciales y honorarios en los que hubiera incurrido hasta el momento y le pedí que se mantuviera al margen y no prosiguiera con el caso.

Mis pensamientos, que en un principio habían sido de rabia, se vieron invadidos por el amor. 

Sabía que yo solo podía enfrentarme a cualquier imprevisto y que las cosas me irían muy
bien.

Tres días después recibí una nota del abogado de la parte demandante en la que me comunicaba que habían dejado el caso y se disculpaban por todos los problemas que me habían causado. 

Habían firmado su renuncia. ¡Todo había acabado!

Tras haber gastado miles de dólares y haber vivido una pesadilla durante dos años, aprendí del todo la lección del perdón que ya había comenzado a comprender en Biloxi hacía mucho tiempo. 

Me sentí obligado a recrear una existencia desgraciada para comprender todo el contenido del mensaje, y todo lo que gasté y lo que pasé, ahora sé que fue por una poderosa razón.

Enseñarme la lección del amor sobre el odio y asegurarse de que no la iba a olvidar. 

La única respuesta al odio es el amor; todo lo demás sólo le perjudicará. 

No me lamento por nada de lo que me ocurrió. 

En el momento en que pasé de la rabia al perdón todo llegó a su fin. 

Fui libre en tan sólo un instante, y el resto sencillamente tuvo lugar en la forma.

Tras ese encontronazo con la justicia me juré a mí mismo que iba a poner en práctica el perdón. Me puse en contacto con todas las personas de mi vida por las cuales había sentido cierta hostilidad o molestia. Decidí eliminar las viejas asperezas mediante el perdón. 

Quería estar bien seguro de que si moría en ese preciso momento no iba a quedar ninguna persona en el planeta que me guardara rencor sin que yo hubiera intentado hacer las paces, a pesar de saber que "yo no era el culpable de ello". (¿Acaso no somos todos así?) 

Había unas cuantas personas a las que les había prestado algún dinero y no pensaban devolvérmelo. 

No hablaba con ellos desde hacía varios años y esas deudas pendientes habían estropeado nuestra relación. 

A todas ellas les envié ejemplares de mis libros autografiados, algunas cintas que había preparado y una nota en la que les deseaba la mejor de las suertes, les ofrecía todo mi amor y la esperanza de que estuvieran en perfecta salud. En ningún momento mencioné la deuda. 

Había decidido que no pasaba nada si no me pagaban. Y no sólo les perdonaba, sino que también les enviaba todo mi amor.

Me he comprometido a perdonar por pequeño que sea al motivo. Sólo me llevó unas horas zanjar ese caso. No me quedaba ningún enemigo. 

No podía dirigir mi odio a nadie del planeta. No podía echar las culpas de lo sucedido años atrás a ningún miembro de mi familia. 

Ni a algunos de mis colegas o jefes con los que había estado en desacuerdo. 

Me había subido al tren del perdón y el trayecto era maravilloso. Todo me salía a la perfección.

Mi relación con aquellas personas era prístina, y no solamente me encontré enviando amor sino que también lo recibí. Logré cobrar algunas de mis deudas, y aunque otras nunca fueron saldadas, no importa. Quiero a todas esas personas de igual modo, y ahora en el momento de escribir este libro no se me ocurre pensar en ninguna persona a la que guarde rencor.

Por otro lado, ahora sé que no tengo a nadie por perdonar y que nunca lo hice. Lo que sucedió es que corregí mi errónea concepción de suponer que los demás eran los causantes de mi insatisfacción. 

Paradójicamente, a través del acto del perdón, he llegado a un punto en el que el perdón me resulta totalmente innecesario. 

He aprendido a aceptar a mis semejantes tales y como son, y nunca he pretendido amar algo que en realidad no amo. 

Ahora también soy consciente de que ya no necesito de esas reacciones emocionales e inmovilizadoras que solían acompañarme en mis encuentros con aquellas personas que me desagradaban. 

En consecuencia, la aceptación me ha permitido verles según lo que en realidad son y el lugar que ocupan, y no olvidarme de que lo mismo sucede en mi propio caso. 

Toda reacción hostil o negativa, como resultado de los demás, me permite ahora ver el lugar en el que estoy o dejo de estar y ya no requiere mi perdón. He llegado a un punto en el que ya no necesito perdonar, a través del perdón, y valga la redundancia.

Otra paradoja, de las tantas que he ido apuntando a lo largo de este libro".

Wayne W, Dyer, 
Tomado del libro La fuerza de creer
Debolsillo Clave
Recomendado: Perdonar una decisión valiente que nos traerá paz interior de Robin Casarjian